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Aquí os dejo la noticia:
Friquismo ‘made in’ Zaidín
Nada tienen que ver con los personajes del clásico ‘Freaks’, aunque han adoptado este calificativo por sus aficiones “poco comunes” y “un tanto obsesivas”. La Organización Friki Akatsuki Granada(OFAG) se gestó hace cinco años y une a jóvenes interesados en el manga, los videojuegos, los cómics, los juegos de rol y de mesa o el cine. Fue Eduardo Álvarez, un zaidinero “fanático” del anime, las series japonesas y el séptimo arte quien decidió fundar una asociación que integrara a distintos colectivos para coordinar los encuentros y actividades relacionadas con estos hobbies, evitando que coincidieran en el calendario. Aunque estas agrupaciones desaparecieron, OFAG siguió su camino –hace cerca de dos años se constituyó oficialmente.
En la actualidad el colectivo, con más de 60 integrantes entre los que sobra imaginación, inquietudes y ganas de hacer cosas, se reúne para “celebrar partidas, organizar todo tipo de juegos o hacer excursiones”, cuenta su secretaria, Carolina López. Además, OFAG colabora en la organización de FicZone Granada, así como en las Jornadas Lúdicas Andaluzas, de las que se ha hecho cargo bajo la supervisión de Sigma Draconis.
Desde su creación, el colectivo ha sido testigo del cambio de imagen que ha vivido el ‘friquismo’, ahora “de moda”. De hecho el friki se ha convertido en protagonista de series muy populares como ‘The Big Bang Theory’. “Antes eras un enganchado si pasabas horas con la consola, ahora eres un ‘gamer’”, ironiza Jesús Morales, vocal de OFAG. A su entender, desde que ser friki está de moda han aparecido muchos “de pegatina”, “sin conocimientos reales”, prosigue.
Porque ser friki no solo implica elevar las aficiones al extremo de la obsesión. También supone querer “saberlo todo” de ese ‘objeto de culto’, relata Eduardo. Sin embargo, la ‘masificación’ la cultura friki ha desvirtuado en parte la filosofía de salones como los del manga, “donde se vende de todo, menos manga o cómics”, promoviendo el consumismo frente al conocimiento, critica. “Pagas una entrada para comprar merchandising de la serie del momento a precios desorbitados. Por suerte, aún se conservan puestos artesanales que siguen el espíritu de estos encuentros”, sostiene.
De hecho OFAG suele comercializar artesanías hechas a mano por sus socios, lo que supone una fuente de financiación para el colectivo, unida a las cuotas de sus integrantes, dos euros mensuales. Aunque “mínimos, estos ingresos permiten organizar actividades a coste cero”, detalla Eduardo, para el que, si bien últimamente está “bien visto ser friki”, no han desaparecido “los prejuicios derivados del desconocimiento” y las noticias que asociaban “el rol o los videojuegos con la violencia”, explica.
Los prejuicios han dado para más de una anécdota en el grupo cuando en sus inicios quedaban para jugar a rol. “La madre de uno de nosotros le dijo que no le hacía gracia lo de andar con espaditas, que eso era muy peligroso. La de otra insistió en que si queríamos jugar, lo hiciéramos en casa. Tras observarnos durante un rato y ver que estábamos con cartas y papeles nos preguntó intrigada: pero cuándo vais a empezar con esas cosas satánicas”, ríen, al recordar la historia.
Aunque la denominación “friki” sigue despertando dudas entre los progenitores de nuevos socios, en cuanto los conocen desaparecen las barreras. El colectivo se enfrenta, en cambio, a un obstáculo compartido por otras asociaciones juveniles: la falta de espacio de reunión. “Hay sitio para que los jóvenes beban, pero no para otro tipo de ocio”, critica Eduardo. “Solo el Zaidín cuenta con cinco centros de mayores, algo que está muy bien. Pero, ninguno para jóvenes, por si queremos organizar talleres o cualquier otra actividad. El centro cívico también está copado”, lamenta.
Más espacio para jóvenes
La ausencia de sede ha convertido los encuentros de OFAG en una odisea. Aunque es posible reservar la Casa de la Juventud su disponibilidad dista de ser inmediata. De hecho, se requiere “una instancia que tardan un mes en contestar. Si te deniegan su uso por falta de espacio, te quedas sin poder organizar lo previsto a última hora”, señala Eduardo.
Hay sitio para que los jóvenes beban, pero no para otro tipo de ocio
Tampoco es fácil disponer de los lugares públicos. De hecho, más de una vez la Policía los ha echado de parques y plazas alegando que pueden ensuciarlos o dañar el césped, pese a los esfuerzos de sus integrantes por dejar claro que no solo no arrojan basura al suelo, sino que tienen por norma recoger la que encuentran por respeto al medio ambiente.
Precisamente por falta de espacio, OFAG no ha podido organizar aún sus propias jornadas, un proyecto que sueña con hacer realidad. Entre tanto, sus socios buscan promover la cultura, comenzando por lo más cercano. “¿De qué sirve celebrar unas jornadas sobre Japón si aún hay gente que no ha visitado la Alhambra?”. En este punto se muestran críticos con el Ayuntamiento y las administraciones en general, que deberían “ajustar más los precios” de los espacios culturales para promover su visita entre los jóvenes, además de organizar actividades de ocio “acordes a sus bolsillos”, reclaman, haciendo hincapié en que “propiciar la mayor fiesta de la Primavera sin ninguna alternativa más que beber dista de satisfacer los intereses de todos”.
“Se han olvidado de la juventud”, denuncian, dejando entrever que la amnesia hacia el colectivo puede deberse a su “escaso peso como votantes”. Pese a todo, la desmotivación no entra en el vocabulario de este colectivo, al que le sobran ideas frikis para las que solo necesitan espacio.
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